Circo, propaganda y fábula de “democracia” bajo la Dictadura del Capital: peregrinos fanáticos en el Capitolio
Por Cecilia Zamudio
Acerca
 de la momentánea ocupación del Congreso estadounidense por parte de las
 hordas fanáticas de la corriente trumpista, que irrumpieron al 
Capitolio con sorprendente facilidad el 6 de enero 2021, cabe decir que 
las fuerzas represivas no suelen 
dejar entrar ni un alfiler de protesta al Congreso estadounidense. No 
han podido pasar el cordón policial las protestas multitudinarias del 
“Las Vidas Negras Importan” contra los asesinatos de población 
afrodescendiente perpetrados reiteradamente por las fuerzas policiales 
estadounidenses y el racismo institucional, no han podido romper el 
cordón policial las protestas contra las guerras imperialistas, las 
protestas que cuestionen de alguna manera al sistema establecido; pero 
en cambio, con sorprendente facilidad entraron las hordas fanáticas de 
la derecha más alienada, que obviamente no tienen ninguna reivindicación
 de fondo, estructural, contra el sistema imperante. 
Los
 asaltantes tolerados en el Congreso, representan a la población más 
enajenada por este sistema, su accionar en defensa de un magnate 
capitalista frente a otra de las fichas del sistema, es planteado con pasión puesto que realmente creen que apoyando a un magnate 
capitalista están “luchando por la libertad” (obviamente 
su concepto de “libertad” es la estafa impuesta por el mismo sistema). 
Por eso los dejaron entrar. Solamente tras haberse desplegado un 
espectáculo de selfies e imágenes rocambolescas, las fuerzas represivas 
entraron a desalojar a los “peregrinos”.
Entre
 los ocupantes del congreso, fanáticos religiosos, nacionalistas, 
militantes del aberrante “supremacismo blanco” y demás enajenaciones, 
destacó por su atuendo un sujeto con gorro de piel con cuernos y el 
pecho descubierto, lleno de simbologías contradictorias, que incluso se 
fotografió en la tribuna del Congreso y en intercambios verbales con la
 inusualmente “amable” policía. En una entrevista 
de hace unos meses, el sujeto, de nombre Jake Angeli, expresaba el 
pensamiento anticomunista y saturado de confusión que el aparato de 
alienación del capitalismo ha logrado implantar en no pocos 
individuos. Angeli expresaba que su objetivo es: «recuperar nuestra 
nación de los comunistas y globalistas que han infiltrado nuestro 
Gobierno desde los niveles más altos para destruirlo desde dentro y 
crear un nuevo orden mundial»[1].
En
 el pensamiento confuso que los medios de alienación de la burguesía han
 logrado imponer en mentes como la de Angeli, hay una incoherencia 
destinada a impedir toda posibilidad de análisis y comprensión de la 
realidad. La idea es sembrar la confusión para exaltar el fascismo 
funcional a la burguesía, el fascismo que finge cuestionar la injusticia
 a la par que en realidad la apuntala. Este confuso pensamiento 
fascistoïde no entiende que el actual orden mundial es el capitalismo, 
que el capitalismo es transnacional y opera su saqueo a nivel global, 
que cada día profundiza la explotación y el saqueo: que no hay nada de 
“nuevo orden” en el incremento de la explotación sino que es la 
evolución lógica del actual sistema, que el carácter “globalista” es 
consustancial a la expansión capitalista y que el mismo magnate Trump 
perpetra el saqueo capitalista a nivel local y global así se gargarice con el 
discurso “proteccionista” para engañar a sus hordas; que el comunismo al
 que tanto odio le profesan no tiene nada que ver precisamente con el 
capitalismo. Los sujetos alienados hasta ese punto no entienden que lo 
que los oprime no va a cambiar por un “mesías” ni por
 un magnate capitalista, al contrario. Hay que cuestionar este sistema 
de raíz para lograr cambios en pro de la emancipación humana y de la 
naturaleza, no defender al fascismo sistémico.
La
 ignorancia es el caldo de cultivo para el fascismo; la ignorancia es 
propiciada por el capitalismo, un sistema de profunda injusticia social 
en el que la clase dominante mantiene su hegemonía mediante la 
alienación y la violencia represiva; el fascismo es la herramienta de 
choque de la burguesía para perpetuar al capitalismo. Así la burguesía 
se asegura, mediante la alienación, que sean incluso los oprimidos 
que defiendan fervientemente a sus opresores.
Después
 de todo el circo, el Congreso hizo efectiva la presidencia de Biden, 
otra ficha del capitalismo. No cabe engañarnos, por lo repugnante que es 
Trump, sobre el carácter igualmente imperialista y 
depredador de la nueva presidencia de Estados Unidos.
Todo
 este circo le sirve a los medios estadounidenses e internacionales para
 impulsar su propaganda destinada a hacer creer en la supuesta 
“alternancia democrática” que no es tal en el capitalismo, pues siempre 
gobiernan los mismos poderes económicos, independientemente del nombre 
del presidente de turno. Pero verterán ríos de tinta y saturarán 
emisiones con el tema de la supuesta “democracia en peligro y 
recuperada”, de manera a apuntalar los mecanismos más que 
desprestigiados de un sistema putrefacto.
Apuntalar
 la falacia de la existencia de una supuesta “democracia” bajo el 
capitalismo es piedra angular del relato que perpetúa al sistema, más 
aún tratándose de la potencia imperialista que más agresiones ha 
desatado contra las libertades de los pueblos del mundo en el último 
siglo, que más Golpes de Estado ha promovido contra gobiernos no 
totalmente arrodillados al saqueo capitalista, que más planes de 
injerencia y de exterminio contra movimientos revolucionarios ha 
implementado por todo el mundo.
El
 imperialismo estadounidense y europeo ha planificado exterminios 
masivos, adiestrando incluso en técnicas de tortura y guerra sucia a las
 herramientas represivas oficiales y paramilitares de regímenes 
sanguinarios (como en Colombia, por citar un genocidio descomunal contra
 la oposición al saqueo capitalista), ha desatado guerras imperialistas 
con la carga más horrenda de bombardeos, mercenariato, imposición de 
regímenes que le sean totalmente serviles al capitalismo 
transnacional (como lo hizo contra Libia, Irak, etc.). El imperialismo 
ha fomentado fundamentalismo religioso para combatir los procesos de 
emancipación de los pueblos (como lo hizo contra Afganistán, creando los
 Talibanes que destruyeron la emancipación afgana y hasta hoy reinan 
bajo los auspicios estadounidenses), ha fomentado paramilitarismo, Maras y “caos 
controlado” con la intención de "matar desde el huevo" toda 
posibilidad de organización política sólida con carácter de clase, que 
cuestione el feroz saqueo capitalista. Ha bloqueado y saboteado a 
países (como Cuba) en un constante intento de borrar de la faz de la 
tierra toda tentativa de sistema socio-económico que no sea el 
capitalismo.
Estados 
Unidos y Europa en su profundo carácter imperialista y antidemocrático, 
necesitan re-impulsar cada tanto la fábula de la “democracia”, y más en 
momentos históricos de aceleración exponencial de la acumulación 
capitalista y de agudización de los antagonismos de clase, cuando la 
injusticia social aúlla ya su sufrimiento en las mismas metrópolis 
capitalistas.
La pataleta
 de Trump, conocedor de primera mano de los reales mecanismos del 
sistema, es tal vez parte de un macro teatro o tal vez es la pataleta 
genuina de un megalómano; lo que sí está claro es cómo el aparato 
mediático del sistema implementa sus circos.
La
 burguesía tiene montado y amarrado al milímetro al juego electorero 
(sobretodo en países como Estados Unidos), para que la clase trabajadora crea que 
“elige” algo, cuando en realidad es la burguesía la que dicta en mayor 
medida a quien se “elige”, ya que sin sumas multimillonarias nadie hace 
una campaña y precisamente la burguesía financia a sus candidatos (en 
ocasiones a varios a la vez) que le devolverán la inversión con creces 
al hacerse con los presupuestos del Estado. Los presupuestos públicos suelen ser 
manejados para enriquecer a las mayores fortunas. Los gestores del Estado
 Burgués inyectan sumas millonarias a la banca privada, a la gran 
empresa, al complejo militar-industrial, a multinacionales colosales, 
dejando míseras migajas para los presupuestos de sanidad, educación, 
pensiones, servicios sociales, etc. Bajo la forma de “contratos”, 
“subsidios”(etc.) los Estados Burgueses perpetran un constante trasvase 
del dinero público al capital privado. 
Nos
 venden la estafa mayúscula de que bajo el capitalismo existe 
“democracia” (poder para el pueblo, etimológicamente) cuando en realidad
 es la clase burguesa la que dicta qué se hace y cómo se hace. El 
concepto de Dictadura del Capital es sin duda el más apegado a la 
realidad que vivimos, entendiendo que los dictados de un puñado de 
capitalistas se imponen sobre la inmensa mayoría de la población, a través de diferentes
 mecanismos. 
La propiedad de los medios de producción asegura a sus dueños el poder sobre la clase trabajadora, obligada a vender su fuerza de trabajo para subsistir; la propiedad de los medios y de la industria cultural le asegura a la clase dominante su hegemonía ideológica, imponiendo paradigmas alienantes destinados a la banalización de la explotación y a la división de la clase trabajadora (racismo, clasismo, machismo, xenofobia, individualismo y sobreconsumismo son constantemente promovidos); el aparato de Estado, funcional a la burguesía, asegura el mantenimiento del orden social injusto a la vez que se viste con el engañoso atuendo de “democracia” y se perfuma con "constituciones" cuyos derechos humanos básicos (como la vivienda, la salud universal, la educación) son incumplidos reiteradamente mientras es privilegiada la rapiña de una élite que arrasa con la sanidad, expulsa a millones de familias de sus casas, intoxica la alimentación, privatiza la educación, hace criminales malabarismos con las pensiones, etc. La represión, la violencia y el exterminio se encargan de los que no sucumben a la alienación y se oponen a un sistema de explotación y barbaries concatenadas.
Como clase trabajadora es importante que busquemos discernir la paja del trigo, que comprendamos el funcionamiento estructural del actual sistema que nos oprime, que no permitamos que la burguesía nos engañe con el reiterado circo destinado a mantener nuestra visión en la superficie, que elevemos los niveles de conciencia para poder nutrir la necesaria lucha por abolir el capitalismo; porque abolir este sistema de clases que depreda a la humanidad y al planeta es un imperativo vital.
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